Tejiendo Tradiciones: Las “Fiadeiras de Soajo” Reviven el Arte del Hilado

En la parte norte de Portugal, específicamente en la Região do Minho, se encuentra una región rica en tradiciones y arte que se extiende por los distritos de Braga y Viana do Castelo, junto con una veintena de municipios en las cuencas de los ríos Minho, Lima, Cávado y Ave. Este territorio es un crisol de costumbres ancestrales que han perdurado a lo largo del tiempo.

Entre estas venerables tradiciones, nos adentramos en el mundo de las ruecas y los hilados, que durante siglos fueron el punto de encuentro para mujeres que compartían el ancestral arte del tejido, tejiendo no solo telas, sino también lazos comunitarios al compás de canciones tradicionales. Estas hábiles hilanderas se dedicaban a la noble tarea de transformar fibras de animales en hilos, los cuales luego se convertían en tejidos para vestimenta o para embellecer los hogares.

Con el devenir del tiempo, los roles tradicionales comenzaron a desvanecerse, especialmente a partir del siglo XX, cuando la imagen del hilado manual se percibió como un quehacer obsoleto, vinculado a las conversaciones triviales de mujeres y a canciones consideradas pasadas de moda, a esto se suma que las jóvenes de la época mostraron cada vez menos interés por estas tradiciones y muchas emigraron de sus localidades, con lo que, gradualmente, el arte del hilado cayó en el olvido.

Sin embargo, en la localidad de Soajo, situada en las elevadas tierras de Lima y conocida por sus encantadores Espigueiros (Hórreos) construidos sobre enormes losas de granito, la tradición de las hilanderas ha resurgido con fuerza.

«En las tardes invernales, hilaba, cantaba y esperaba… es la hilandera», reza el refrán. Hoy en día, un grupo de mujeres se ha unido bajo el nombre de «Las Fiadeiras de Soajo» con el firme propósito de evitar que esta preciada herencia caiga en el olvido. Su objetivo es asegurar la perpetuación de los conocimientos ancestrales al recopilar y archivar los cantos que una vez resonaron en los campos y los sonidos tradicionales que acompañaban a las hilanderas. Con ello, se aseguran de transmitir esta riqueza cultural a las generaciones venideras, tejiendo así un futuro enraizado en el pasado.

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